lunes, 20 de enero de 2014

El portero

   Aquí en Shanghai vivo en un conjunto de 3 bloques, siendo el mío el número 2. Para acceder a casa sólo hay una entrada, o por lo menos yo sólo conozco una, porque no he explorado más allá de mi bloque, pero dudo que haya mucho más allá del Bloque 3.

   En la entrada que menciono existe una casetilla donde suele estar el guarda que en realidad son 4 guardas que no sé si son aparcacoches, malas pulgas profesionals. Eso serán los otros tres, porque del que vengo a hablar es del que suele estar a eso de las 7-8 de la tarde, que más o menos es cuando suelo llegar a casa. Puede que haya tenido un mal día, puede que venga cansado, serio o como sea, pero este hombre siempre me arranca una sonrisa con su "¡HOLA QUE TALA!",que ya me viene sonando a ostiazo para reanimarme un poco.

   Muchas veces está metido en la garita para resguardarse del frío pero basta que yo pase que le falta el tiempo para abrir la ventana y sacar medio cuerpo para gritarme su frase en español, porque según me hizo entender un día vivió durante 8 años en España, pero no aprendió nada, pero que dice que de eso hace mucho.

   Un día como cualquier otro le saludé en plan militar, y el de pronto se puso firme y se cuadro para saludarme. Acto seguido trató de explicarme, con la mejor mímica y la mejor representación de una batalla naval, efectos de sonido incluidos, con sus explosiones también, que el había estado en la armada naval o como el decía la Navy, y que eso no era para él, que a el le iba más viajar. Lo que se puede entender sólo con mímica es inceríble.

   A menudo, entre semana siempre, se acuerda de que voy a pasar y me lo veo que ha sacado su silla de oficina destarlada, a la que de las 6 ruedas que debería de tener le quedan dos y media, para esperarme con su bloc de notas y su boli masticado, listo para que le diga alguna palabra nueva. La apunta y me la enseña a ver si la ha escrito bien, para luego hacermela repetir mil veces hasta que a duras penas el es capaz de seguirme y hacerlo por sí mismo. Sólo con eso me troncho de risa, al ver cómo él lo intenta y ver la cara de satisfacción cuando se pone las manos en la cintura y le suelta lo que le he enseñado al primero que pasa por la calle, con la consecuente cara de susto del que pasa, que pobrecico mío dirá que a buenas horas se juntaron el guarda y el laowai.

   Por su parte, él a veces trata de enseñarme alguna palabra pero acaba por desistir porque el me dice que "spanish, spanish", negando con la cabeza, pero es que a mi me resulta muy difícil entender su chino, porque o habla muy cerrado o yo soy demasiado negado, y creo que es una mezcla de ambas. Pero ahí está el tío, que ya pasa del "Hola que tala" al "Muy bien" y porque se le olvidan las demás cosas, que si no me da a mí que subo a casa cerca de las 10 de la noche!

   La verdad es que a pesar de que yo no tengo ni repajolera idea de chino, y él tampoco es capaz de hablar mas que dos palabras en español y una más en inglés nos entendemos a la perfección y es una gran alegría verlo ahí sentado todos los días con su sonrisa amplia y su cuaderno listo para una nueva clase improvisada de 5 minutos del xibanya ren del 17C. A veces si vengo un poco más tarde lo veo un poco aburrido en la garita hasta que lo saludo y vuelta a empezar.Y que siga así



4 comentarios:

  1. Jajaja que majo el guardia!! Con gente así da gusto :D me gustan tus historias de China!

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  2. ¡Me alegra que te guste! Y sí, no veas que apañao es el colega. ¡Así es un gustazo!

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  3. Qué bien!! A ver quién lo aprende antes, él el español o tú el chino!!jejeje. Me encanta lo de "Hola que tala" jajajajajaja

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    1. Hoy estaba un poquillo decaído y me he quedao un rato más con él, pero bueno, se hace lo que se puede!!!

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